¿Qué se espera para los primeros meses del 2024 en materia económica? El análisis de Nery Persichini
El economista brindó su análisis acerca de cuál es el panorama económico con el que se encontrará Argentina en los próximos meses.
En una entrevista exclusiva con Nery Persichini, Head of Research & Strategy de GMA Capital, se exploraron diversos temas clave que marcan el rumbo económico de Argentina y sus posibles implicaciones. Persichini, conocido por sus análisis precisos y perspicaces, compartió sus reflexiones sobre la incertidumbre empresarial, la posible apertura al mundo, la propuesta de dolarización del Gobierno y el papel de los empresarios ante la próxima gestión de Javier Milei como Jefe de Estado.
“Durante muchos años, los empresarios han enfrentado un período de incertidumbre que los llevó a tomar decisiones defensivas. Han manejado sus recursos con precaución, tratando de deshacerse de pesos de diversas maneras. No creo que esta tendencia se detenga de inmediato. Especialmente en lo que respecta al comportamiento del dólar, creo que experimentará fluctuaciones significativas en las próximas semanas. Sin embargo, en los meses venideros, la atención se centrará principalmente en la inflación, que inevitablemente afectará los bolsillos de la población”, arrancó confirmando.
En este contexto, Nery Persichini analizó que es prudente prepararse y reducir al máximo los gastos ante la inminencia de una recesión. “También es crucial estar alerta y ser ágil para adaptarse cuando la recesión comience a manifestarse. La rapidez de esta adaptación dependerá en gran medida del éxito de Milei. ¿Será la recesión severa y prolongada, o más bien intensa pero de corta duración? Esto aún está por determinarse”, indicó.
¿Habrá mayor apertura al mundo?
N. P.: Sí, lo que experimentaremos, considerando la forma en que Argentina se inserta en el contexto mundial, es un cambio completo en el esquema de bienes y oferta de productos en el país. La velocidad con la que Argentina abandona el esquema proteccionista puede desencadenar una avalancha de bienes importados, lo cual es un factor crucial en juego. Muchas empresas operaban en un mercado cautivo, lo que les permitía establecer precios prohibitivos. Sin embargo, ahora parece que esto cambiará, ya que en una Argentina más abierta, las empresas deberán reconsiderar precios, márgenes y eficiencia para competir con otros productos.
Este cambio implica una transición de un mercado donde las empresas operaban con relativa comodidad a uno más competitivo. En este escenario, la apertura de Argentina al mundo lleva a preguntarse sobre la relación entre la oferta, los precios y la disponibilidad. Existe un debate sobre si la apertura generará una mayor oferta, la cual, al aumentar la disponibilidad de productos, naturalmente podría reducir los precios.
En este contexto, la obtención de dólares por parte de Argentina se presenta como un elemento clave que influirá en la reacción posterior de las empresas. Aunque mi enfoque es macroeconómico, es evidente que estas dinámicas tendrán un impacto significativo en la realidad microeconómica de las empresas.
¿Este sería el único síntoma esperanzador de la reactivación económica del país?
N. P.: Lo que me genera esperanza es que las cosas van a tener un valor acorde a su real valía. Por ejemplo, el precio del transporte público en el norte estará alineado con lo que se paga en la zona metropolitana de Buenos Aires. La idea de subsidiar de manera agresiva, beneficiando a una parte de la población en detrimento de otra, me parece injusta. La eliminación de esta asimetría parece ser socialmente positiva, aunque reconocerlo y adaptarse será un proceso difícil. Sin embargo, creo que si los argentinos tienen claro el rumbo a seguir, podrán afrontar ese sacrificio con fortaleza renovada. Es necesario superar la resignación y creo que los resultados electorales sugieren que Argentina ha llegado a un punto de inflexión.
¿Qué implica el plan de dolarización que propone esta nueva gestión de Gobierno?
N. P.: La dolarización de la economía implica la pérdida de autonomía y soberanía monetaria. Esto significa prescindir del Banco Central como entidad prestamista y renunciar al tipo de cambio como mecanismo para mitigar los impactos de choques externos. En otras palabras, en situaciones como una sequía, no se dispone del tipo de cambio para compensar la pérdida de dólares, lo que obliga a realizar ajustes más dolorosos al alterar los precios no transables para igualarlos a los transables. Esto, a su vez, conlleva la generación de recesiones, desempleo y la subordinación a la tasa de interés de Estados Unidos, ya que se carece de política monetaria propia.
Además de estas razones, que indican que la dolarización no es positiva ni favorable, existe el desafío adicional de querer dolarizar sin contar con los dólares necesarios. Como mencionaba anteriormente, los procesos de dolarización suelen seguir a la acumulación de reservas y emprender este camino sin recursos puede resultar dificultoso. La falta de recursos puede llevar a que el tipo de cambio mundial resulte en salarios considerablemente más bajos que los actuales.
¿Cómo sería una economía sin Banco Central?
N. P.: Sería una situación similar a la economía que experimentamos en los años 90, caracterizada por baja inflación. Sin embargo, en este escenario, lo que sacrificaríamos es la capacidad del Banco Central para emitir moneda y hacer frente a una crisis bancaria. Esencialmente, eso sería lo que implicaría. Es algo análogo a lo que han enfrentado otros países en el mundo al abordar tales desafíos.
Sin embargo, es necesario considerar los costos sociales asociados, ya que estaríamos dolarizando sin tener suficientes dólares. Aunque existen diversos argumentos a favor y en contra, hay un consenso generalizado entre los economistas que sugiere que el peso aún tiene posibilidades de recuperación, lo que invita a pensar que la dolarización no es la única opción disponible.
En cuanto al crédito bancario, los bancos continuarían existiendo, pero operarían exclusivamente en dólares. Se eliminaría el canal de intermediación de los bancos y desaparecería el respaldo del Banco Central como colchón de seguridad en caso de problemas financieros o crisis de depósitos. Esta sería la dinámica básica y los argentinos tendríamos que adaptarnos. Aunque desde hace muchos años hemos elegido al dólar como moneda de ahorro, no lo hemos utilizado de manera habitual como moneda de intercambio. La pregunta clave es si los argentinos estaríamos dispuestos a aceptar este cambio.
¿Qué rol ocuparán los empresarios durante la próxima gestión de Gobierno?
N. P.: En el eventual gobierno de Milei, creo que el empresario experimentará un aumento significativo en influencia. Esto se debe a que Milei tiene una comprensión sólida del valor de la propiedad privada, los derechos y los contratos. Su agenda reformista se centraría en simplificar la vida de las empresas en lugar de complicarlas. En caso de que sus propuestas se implementen con éxito, creo que los empresarios se verán considerablemente beneficiados. A pesar de posibles desafíos iniciales, podrían experimentar una mejora sustancial en su entorno empresarial.