Benedetto, en busca de la calidad y la innovación
Desde sus inicios, la marca se caracterizó por el nivel de su producción y un sistema de comercialización que le permitió posicionarse y expandirse rápidamente por la región.
Cuando se ingresa a la nave industrial ubicada en Bolivar 2254, las sensaciones son contrapuestas. Por un lado, la maquinaria de última tecnología, los compartimentos asépticos y los movimientos rápidos y coordinados de los operarios componen una planta de producción moderna. Pero a la vez el aire está empapado de ese olorcito a pan que de inmediato, nos remonta a aquellas mañanas en las que era un deleite ir a la panadería, a redescubrir las delicias diarias del desayuno.
En realidad lo que sucedió es que nos encontramos con lo que Julio Sarmiento describirá luego como la escencia de Benedetto, el emprendimiento con el que este joven, que se define como un gran vendedor que, en el camino, se enamoró de la panadería, se animó a innovar en una industria que, gracias a su aporte, conoció un formato distinto, a todas luces exitoso.
Desde chico recibió de su padre el impulso emprendedor, a la vez que entendió que para acercarse al éxito era necesario adquirir las herramientas intelectuales con las que una idea se convierte en una empresa. Se sumergió entonces en el marketing, adquiriendo los saberes que luego complementó con la práctica laboral, pasando por varios empleos, de los cuales destaca uno en especial, al que le atribuye la experiencia que le permitió tomar el rumbo adecuado.
Esa sucesión de destinos laborales lo llevó a Buenos Aires, desde donde retornó con una idea y la firme intención de convertirla en su proyecto de vida. Así nació Benedetto, el pan bendito que hoy se expande sin pausa por la provincia y comienza a encontrar nichos de venta en toda la región.
El comienzo
Si el objetivo fuera resaltar la fuerza de la marca, se podría cecir que nació de la inspiración divina. Y aunque suene pretenciosa, la afirmación no estaría lejos de la realidad, porque si bien la búsqueda comenzó siguiendo los parámetros que sugiere la experiencia, el impulso final vino de un sacerdote, amigo de la familia y confidente del empresario, quien le sugirió el nombre, que significa “bendito” en italiano, la lengua de la tierra en cuya historia y cultura panaderas abreva la escencia de la marca. Y cuan necesario iba a ser sentir que se contaba con semejante respaldo cuando poco después de comenzadas las actividades en la primera planta, ubicada en avenida Ejercito del Norte al 800, el país se paralizaba como nunca antes, alcanzado por la pandemia de covid.
Pero el fenómeno global, que arrasó con tantos emprendimientos alrededor del mundo, terminó marcando el camino por el que la firma encontró un nuevo formato de comercialización. Hoy gran parte de la producción, que se fue diversificando a partir del impulso inicial que logró con la creación de lo que su dueño describe como “el pan integral con más semillas del mercado”, se entrega en puntos de venta que en pocos años, contribuyeron a poner la marca en escaparates y mesas de toda la provincia.
El mecanismo de venta mayorista con provisión directa a los clientes es, para Sarmiento, uno de los puntos fuertes de una cadena de producción y venta en la que el, de todas maneras, prefiere resaltar otros y, por sobre cada uno de ellos, lo que define como el secreto del éxito: la sistematización.
Nuestro interlocutor asegura que fue en su paso como empleado por una empresa multinacional cuando pudo apreciar las ventajas de organizar la producción paso a paso, convirtiéndola en una sucesión de acciones perfectamente planeadas, diseñadas y ejecutadas por operarios entrenados y comprometidos con el perfeccionamiento constante.
Y destaca como un logro el haber encontrado la forma de aplicar ese esquema, propio de las grandes cadenas de fabricación y montaje, en una fábrica a pequeña escala, como la que está terminando de montar en el nuevo emplazamiento de la fábrica, en el populoso barrio de La Ciudadela.
La clave
Con un nivel de detalle que deja ver a las claras la satisfacción de un trabajo bien hecho, el creador de Benedetto nos ofrece un recorrido por la planta de producción, para apreciar en detalle como cada paso que se da desde la apertura de una bolsa de harina hasta el acopio y la caga de cada pedido en un móvil de reparto, está cuidadosamente planeado y es ejecutado sistematicamente, con valores exactos en la mezcla de ingredientes, las condiciones de conservación y leudado y la graduación del calor y los tiempos del horneado.
Durante el recorrido, nuestro anfitrión enfatiza en la importancia que tuvieron, desde el principio, los ensayos y pruebas que definieron las recetas definitivas de cada producto que se viste con el nombre de Benedetto. Asegura que casi todos demandaron días de mediciones, mezclas, cocciones y mensuras de resultados, hasta dar con la calidad que se buscaba.
Y esto, aunque suene excesivo, se convirtió luego en un método de trabajo que se comenzó a aplicar con algunos clientes para quienes se elaboran productos especiales. El caso más destacado es el de una conocida marca local de hamburguesas, que tras un largo proceso como el descripto más arriba, comenzó a envolver su producto en un pan que hoy marca la diferencia e impone tendencia, considerado la clave del éxito creciente por los propietarios de la casa de comida rápida.
Este servicio, claro, no está al avance de todos, ya que su provisión depende de un cuidado estudio de las posibilidades de desarrollo de lo que se pretende servir y también, claro, de las posibilidades ciertas de éxito, que garanticen la viabilidad económica.
Este último aspecto en particular, representa un valor agregado con el que Benedetto marca claras diferencias, logrando captar la atención de potenciales clientes que comenzaron a desdibujar los límites de la provincia, permitiendo que la marca se expanda por la región.
La cadena de producción deriva en un aceitado sistema de comercialización, que se basa en la recepción diaria de pedidos de clientes que saben que, al día siguiente, tendrán el envio en su puerta. A estos se sumen pequeños negocios que saben que si se acercan al portón gris a metros de la avenida Colón, podrán adquirir lo que necesitan e incluir a su negocio en la creciente lista de paradas que recorren los utilitarios de Benedetto, que suelen superar las doscientas diarias.
Pero los desafíos que plantea el crecimiento no frenan el impulso inicial que parece intacto. Después de todo, si son “benditos” de nacimiento, la multiplicación de los panes bien puede ser considerada un mandato a cumplir.