A partir de la medianoche del 1 de octubre, las estaciones de servicio de Argentina se preparan para recibir una noticia que puede aliviar el bolsillo de los consumidores: YPF, la petrolera líder del país, decidió bajar los precios de sus combustibles, un movimiento que impactará de forma significativa en el sector.  

La reducción será del 4% en las naftas y del 5% en el gasoil, aunque el efecto real en el surtidor será algo más moderado, con un descenso del 1% y 2% respectivamente. Esta decisión de YPF se produce en un contexto complicado, marcado por una fuerte caída en las ventas de combustibles, un fenómeno que ha afectado a toda la industria.  

En su comunicado oficial, la compañía enfatizó que, a pesar de la situación adversa, han realizado un esfuerzo considerable para ajustar sus precios. En términos prácticos, un consumidor que cargue un tanque promedio de 50 litros podría ahorrar alrededor de $500. 

El trasfondo de esta reducción se encuentra en el comportamiento del mercado internacional. El precio del barril de petróleo Brent cayó significativamente, pasando de casi 90 dólares hace tres meses a 71 dólares actualmente. Sin embargo, en Argentina, el impacto de esta disminución no se traduce de inmediato en una baja proporcional en el precio al consumidor.  

Los ajustes por la devaluación mensual del peso y el aumento de impuestos sobre los combustibles contribuyen a que solo una fracción de la reducción sea visible en el surtidor. Según analistas, esto se debe a que estos factores elevan los precios finales en un 3%, restando parte de la reducción de precios que podría haberse aplicado. 

YPF no estará sola en esta estrategia, ya que sus competidores directos—Axion, Puma y Shell—también han anunciado que seguirán el ejemplo de la compañía estatal. Esta sincronización en la baja de precios es un reflejo de la influencia que tiene YPF en el mercado: con un 55% de participación en el sector de las naftas y un 54% en gasoil, cualquier movimiento de esta empresa repercute en la totalidad del mercado.