En un mundo empresarial cada vez más digitalizado e interconectado, la creatividad se ha convertido en un valor fundamental para la innovación y el crecimiento apoyada en la inteligencia artificial que revolucionó nuestros días. Sin embargo, el concepto de creatividad sigue siendo ambiguo y, en muchos casos, malinterpretado. Una reciente publicación destaca cómo, a lo largo de las últimas décadas, pensadores como Jacques Barzun y Mel Rhodes han reflexionado profundamente sobre la naturaleza de la creatividad, planteando interrogantes que, hoy más que nunca, siguen siendo relevantes para las empresas.

La creatividad como excusa para la mediocridad

Jacques Barzun, historiador y crítico cultural, fue contundente al señalar que la creatividad a menudo se utiliza como una excusa para justificar trabajos de baja calidad. Esta tendencia se puede observar en diversos sectores, donde lo "diferente" parece ser más valorado que lo "bien hecho". En los negocios, esta actitud puede llevar a la adopción de ideas superficiales o estrategias de marketing vacías, en lugar de soluciones realmente innovadoras y sostenibles. El verdadero desafío radica en que la creatividad esté respaldada por un enfoque riguroso y técnico.

Más allá de la agilidad: creatividad como esfuerzo sostenido

Barzun también advierte sobre la confusión entre agilidad y creatividad, dos conceptos que a menudo se entremezclan. Si bien la rapidez para resolver problemas es valiosa, la creatividad genuina requiere un esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo. En el ámbito corporativo, esto implica invertir en investigación y desarrollo, así como en la capacitación continua de los equipos. No se trata solo de buscar respuestas rápidas, sino de crear soluciones profundas y duraderas.

La importancia de reconocer el verdadero potencial creativo

Otra reflexión clave de Barzun es la diferencia entre "todos podemos ser creativos" y "todos somos creativos". El auge de la creatividad como un valor universal ha llevado a la promoción de la idea de que todos pueden ser creativos. Sin embargo, Barzun destaca que el verdadero crecimiento creativo se da cuando las personas pulen sus habilidades, asumen riesgos y aprenden de sus errores. En los negocios, esto significa fomentar un entorno que valore la excelencia, no solo la inclusión, y que celebre el esfuerzo por alcanzar resultados concretos y significativos.

La creatividad no es solo novedad: es valor real

Barzun también señala que la obsesión por la novedad puede resultar en una repetición de ideas antiguas, disfrazadas de innovación. En el mundo empresarial, esto se traduce en el riesgo de caer en modas pasajeras o soluciones que no aportan valor a largo plazo. La creatividad auténtica, más que crear algo "nuevo" por el simple hecho de serlo, debe implicar la capacidad de tomar lo existente y llevarlo más allá, mejorándolo y adaptándolo de manera estratégica.

Simulación de creatividad vs. resultados reales

En la era digital, donde las apariencias juegan un papel clave, Barzun también advirtió sobre la "simulación" de creatividad. En muchos casos, la percepción de ser creativo se valora más que los resultados concretos. Esta es una crítica particularmente relevante para las empresas, que deben asegurarse de que sus esfuerzos creativos no solo sean estéticamente atractivos o populares, sino que generen resultados tangibles y sostenibles que impacten positivamente en sus operaciones y en la sociedad.

Creatividad vs. Expresividad: El reto de transformar emociones en valor

Finalmente, Barzun hace una distinción importante entre expresividad y creatividad. No toda manifestación personal o emocional debe ser considerada creatividad. En los negocios, esto se traduce en la necesidad de transformar ideas e inquietudes en soluciones que no solo expresen una visión, sino que realmente resuelvan problemas y generen valor a largo plazo.